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El ocurrente colectivo
Gatopardismo Positivo
Por: Juan José Chano Plano (tiempo de lectura: 6 min).
Domingo, 23 de Mayo del 2021 - 12:26 hs.
Gatopardismo Positivo

LA FRASE ‘CAMBIAR YA, PARA QUE TODO SIGA SIENDO LO MISMO…’, QUIZAS POR PRIMERA VEZ TENGA SENTIDO POSITIVO. LA TIERRA NO MEJORARÁ, PERO AL MENOS QUE NO EMPEORE.


En los próximos años nuestro entorno… agravará si no hacemos algo para corregirlo, eso ya es un hecho. La prueba evidente es como el mundo no ha parado de enfermarse en los últimos 25 años. Ciertamente se ha involucionado en varios aspectos como ya hemos expresado en anteriores artículos. Y aunque resulte insuficiente para lo que necesita el ser humano y el resto del planeta, también es real que se han producido algunos progresos.


Entre las mejoras hay una que puede ser muy controversial. Hemos vivido con el concepto positivista del crecimiento demográfico. Impulsado ello más que nada por un instinto natural del ser humano a florecer en la expansión de la civilización que le toque, sostenido sobre todo por las creencias religiosas y mandatos ancestrales. Y no estaba mal hasta que nos convertimos, (y perdón por la crudeza del término) en una plaga para el resto de las especies vivientes en el globo terráqueo.


En el lapso de un cuarto de siglo la planificación voluntaria de la natalidad ha ralentizado el crecimiento demográfico que traíamos del 1,51% al 1,01%. Eso es bueno, pero para que se produzca un número estable posiblemente nos llevará casi 50 años más. Y por supuesto, la tardanza llegará a ser trágica hasta para nosotros mismos como civilización.


No podemos expandirnos de manera ilimitada dentro de nuestra ‘Casa’, es una realidad que no termina por asumírsenos. Debemos frenar el número de seres humanos de manera incruenta y racionalizada, y a la vez encontrar la manera de gobernar saludablemente la toxicidad con la que se contamina nuestra biosfera.


Ciertamente quienes deben hacer el mayor esfuerzo para que se alcance una mejora son los gobernantes de la comunidad internacional toda. Comenzando como corresponde por los nuestros. Eso es así, no tiene análisis diferente considerando como en la actualidad se organizan las sociedades humanas. Pero también los de a pie podemos hacer mucho por la salud de este planeta.


Primero: Debemos educarnos en el tema. Instruirnos, entender el problema, ampliar nuestras capacidades.


Segundo: Debemos educar. Y esto no significa esperar a doctorarnos en biología, química y/o ambientalismo, no hay tiempo para ello. ¿Educar a quién? A nuestros hijos a nuestros contactos, a nuestras relaciones.


Tercero: Y no por ello menor que los anteriores, debemos cambiar. En el cambio con los que nos relacionamos con nuestro entorno se verá el progreso de la cura.


Cuarto: Debemos exigir a nuestros dirigentes que se involucren en la búsqueda de las soluciones antes de que el cambio ambiental resulte irreversible.


Hoy quiero centrarme en el cambio que nosotros, la gente común puede hacer sobre el ecosistema cercano. En algún momento reemplazamos el feo hábito de fumar en lugares cerrados pasando a respetar los pulmones limpios de los demás. ¿Por qué no podríamos ‘voluntariarnos’ por ejemplo en mantener las calles limpias de la ciudad en que vivamos? ¿Cuántas veces nos ocupamos en refregar nuestros pisos, pero solo hasta el límite del comienzo de la vereda? ¿Y después qué? Estamos atestados de botellas aplastadas, plásticos mugrosos y basura que tiramos en cualquier punto sin entender el daño que se le hace al entorno.


Lamentablemente nos derrota el sacrificio de cambiar, porque justamente nos resistimos a hacerlo al estar cómodos en este estado actual. Mañana por la mañana cuando nos invadan las aguas, o el aire sea irrespirable o los alimentos no nos abastezcan ¿no habremos deseado haber comenzado a tiempo?


Es sabido que genéticamente estamos diseñados para ahorrar fuerzas, hasta que comprendemos que no existe otro remedio que movilizarnos. Es humano, como pararnos en las extremidades inferiores. Pero si hay algo que realmente nos pone en crisis personal es la acción solidaria e intangible de contagiar el cambio de paradigma. Imagínense que debemos repensarnos individualmente y al mismo tiempo cambiar a la comunidad, que es tan reacia a hacerlo como nosotros mismos.


Pero es un salto, cuando estás en el aire te das cuenta que todo estaba preparado para volar y solo necesitabas hacer crecer tus alas.


Entonces lo primero que se caerá por su propio peso serán tus viejas creencias, anclas que te encallan a prejuicios y desvalores para eludir con excusas el verdadero compromiso no solo con la humanidad sino con todo el resto del planeta.


¿Alguna de esas noches en las que tú te has quedado sin pastillas para dormir, te preguntaste como nos juzgarán nuestros nietos o bisnietos dentro de no tantos años? ¿Nos señalarán como nosotros a los Nazis, a los esclavistas, a los Inquisidores de la Edad Media? ¿O como los que traicionaron, se lavaron las manos y crucificaron a Cristo?


Con la tecnología actual y la que se viene, nuestras proles conocerán perfectamente que es lo que cada uno hizo en este momento decisivo para entregarles el mundo que están recibiendo.


En ambientalismo quien no hace lo debido termina haciendo lo indebido, aunque fuere por omisión.


¿De qué lado estarás, del contaminador, del que subió sus hombros, o del que cambió para que no ocurra lo peor?

 

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