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LA FRASE ‘CAMBIAR YA, PARA QUE TODO SIGA SIENDO LO MISMO…’, QUIZAS POR PRIMERA VEZ TENGA SENTIDO POSITIVO. LA TIERRA NO MEJORARÁ, PERO AL MENOS QUE NO EMPEORE.
En los próximos años nuestro entorno… agravará si
no hacemos algo para corregirlo, eso ya es un hecho. La prueba evidente es como
el mundo no ha parado de enfermarse en los últimos 25 años. Ciertamente se ha
involucionado en varios aspectos como ya hemos expresado en anteriores
artículos. Y aunque resulte insuficiente para lo que necesita el ser humano y
el resto del planeta, también es real que se han producido algunos progresos.
Entre las mejoras hay una que puede ser muy
controversial. Hemos vivido con el concepto positivista del crecimiento
demográfico. Impulsado ello más que nada por un instinto natural del ser humano
a florecer en la expansión de la civilización que le toque, sostenido sobre
todo por las creencias religiosas y mandatos ancestrales. Y no estaba mal hasta
que nos convertimos, (y perdón por la crudeza del término) en una plaga para el
resto de las especies vivientes en el globo terráqueo.
En el lapso de un cuarto de siglo la
planificación voluntaria de la natalidad ha ralentizado el crecimiento demográfico
que traíamos del 1,51% al 1,01%. Eso es bueno, pero para que se produzca un
número estable posiblemente nos llevará casi 50 años más. Y por supuesto, la
tardanza llegará a ser trágica hasta para nosotros mismos como civilización.
No podemos expandirnos de manera ilimitada dentro
de nuestra ‘Casa’, es una realidad que no termina por asumírsenos. Debemos
frenar el número de seres humanos de manera incruenta y racionalizada, y a la
vez encontrar la manera de gobernar saludablemente la toxicidad con la que se
contamina nuestra biosfera.
Ciertamente quienes deben hacer el mayor esfuerzo
para que se alcance una mejora son los gobernantes de la comunidad
internacional toda. Comenzando como corresponde por los nuestros. Eso es así,
no tiene análisis diferente considerando como en la actualidad se organizan las
sociedades humanas. Pero también los de a pie podemos hacer mucho por la salud
de este planeta.
Primero: Debemos educarnos en el tema. Instruirnos,
entender el problema, ampliar nuestras capacidades.
Segundo: Debemos educar. Y esto no
significa esperar a doctorarnos en biología, química y/o ambientalismo, no hay
tiempo para ello. ¿Educar a quién? A nuestros hijos a nuestros contactos, a nuestras
relaciones.
Tercero: Y no por ello menor que los anteriores,
debemos cambiar. En el cambio con los que nos relacionamos con nuestro
entorno se verá el progreso de la cura.
Cuarto: Debemos exigir a nuestros dirigentes que se involucren en la búsqueda de
las soluciones antes de que el cambio ambiental resulte irreversible.
Hoy quiero centrarme en el cambio que nosotros,
la gente común puede hacer sobre el ecosistema cercano. En algún momento reemplazamos
el feo hábito de fumar en lugares cerrados pasando a respetar los pulmones
limpios de los demás. ¿Por qué no podríamos ‘voluntariarnos’ por ejemplo en
mantener las calles limpias de la ciudad en que vivamos? ¿Cuántas veces nos
ocupamos en refregar nuestros pisos, pero solo hasta el límite del comienzo de
la vereda? ¿Y después qué? Estamos atestados de botellas aplastadas, plásticos
mugrosos y basura que tiramos en cualquier punto sin entender el daño que se le
hace al entorno.
Lamentablemente nos derrota el sacrificio de
cambiar, porque justamente nos resistimos a hacerlo al estar cómodos en este
estado actual. Mañana por la mañana cuando nos invadan las aguas, o el aire sea
irrespirable o los alimentos no nos abastezcan ¿no habremos deseado haber
comenzado a tiempo?
Es sabido que genéticamente estamos diseñados
para ahorrar fuerzas, hasta que comprendemos que no existe otro remedio que
movilizarnos. Es humano, como pararnos en las extremidades inferiores. Pero si
hay algo que realmente nos pone en crisis personal es la acción solidaria e
intangible de contagiar el cambio de paradigma. Imagínense que debemos
repensarnos individualmente y al mismo tiempo cambiar a la comunidad, que es
tan reacia a hacerlo como nosotros mismos.
Pero es
un salto, cuando estás en el aire te das cuenta que todo estaba preparado para
volar y solo necesitabas hacer crecer tus alas.
Entonces lo primero que se caerá por su propio
peso serán tus viejas creencias, anclas que te encallan a prejuicios y desvalores
para eludir con excusas el verdadero compromiso no solo con la humanidad sino
con todo el resto del planeta.
¿Alguna de esas noches en las que tú te has
quedado sin pastillas para dormir, te preguntaste como nos juzgarán nuestros
nietos o bisnietos dentro de no tantos años? ¿Nos señalarán como nosotros a los
Nazis, a los esclavistas, a los Inquisidores de la Edad Media? ¿O como los que
traicionaron, se lavaron las manos y crucificaron a Cristo?
Con la tecnología actual y la que se viene,
nuestras proles conocerán perfectamente que es lo que cada uno hizo en este
momento decisivo para entregarles el mundo que están recibiendo.
En ambientalismo quien no hace lo debido termina
haciendo lo indebido, aunque fuere por omisión.
¿De qué lado estarás, del contaminador, del que
subió sus hombros, o del que cambió para que no ocurra lo peor?