El ocurrente colectivo

La moraleja del niño y el genio

Domingo, 24 de Enero del 2021 - 14:38 hs.

Hace mucho tiempo, un niño caminaba por los callejones de una ciudad de la que nombre no he conocido. De pronto, se topó con un enorme hombre de calva plena, moreno y mirada oriental. Sorprendido, lo ojeó de arriba hacia bajo y al llegar su vista al piso, vio que se sostenía desde una lámpara.

-           ¡Caray…! ¿Realmente sois un Genio?

-           Bueno… es como me conocéis, aunque no es como me conozco. – Contestó el inmenso prodigio.

-           ¿Por qué no estáis en vuestra lámpara de óleo?

-           Porque hace tan solo un momento un viejecito la ha frotado solo para liberarme, pero no quiso que le cumpliera ninguno de los tres deseos.

-           ¿Qué tonto puede perder esa oportunidad?

-           Él dijo que vivía con lo que tenía, y que no se recargaba de agua estando en el desierto. -

-           ¿Podéis cumplírmelos a mí? – Dijo en niño recién llegado.

-           No veo por qué no, al cabo no dejo de ser un Genio liberado. – Admitió el ser de tan extraña figura.

-           ¿Y qué podéis hacer?

-           Yo puedo hacer casi todo…

-           ¿Casi todo? ¿Entonces cuáles son las cosas que no podéis hacer?

-           No puedo dejar de hacer lo que me pidáis, y no puedo hacer aquello que tú no deseéis …aunque tendría su coste.

-           A mí me parece que es lo mismo con diferentes palabras. – El Genio se levantó de hombros, como quien desliga una carga.

-           ¡Quiero que regreséis a la vida a todos mis antepasados! – Ordenó el niño.

-           Bien que puedo hacerlo. Pero, deberéis indicarme cuantos años incluiría semejante convocatoria. -

-           Mi maestro me ha enseñado hasta el número 1.000. - Respondió el muchachito.  – Quiero que retornéis a mis antepasados de 1.000 años hasta hoy en día, solo para agasajarles en banquete por permitirme la vida. -

-           ¿Cómo pensáis darles de comer?

-           Le diré a mi madre que prepare una gran cena y a mi padre que faene el mejor cordero, después de todo son sus parientes y se pondrán felices de volver a verles. -

-           Algunas veces la dimensión del sueño no descansa en una noche de reposo. Me habéis comentado que tenéis ambos padres que os abrigan. -

-           Sí, claro, son Esteban y Dominga. -

-           ¿Y gozaréis de 4 abuelos? -

-           Sí, sí como todo el mundo. – Dijo entusiasmado creyendo cumplir con los requisitos. – Se llaman Mercedes y Juan, y Lucía y Elías.

-           ¿Y qué hay de los bisabuelos? – Preguntó el fenómeno.

-           Ahh, esos no los he conocido no se sus nombres ni que ha sido. -

-           ¿Sabéis que vuestros bisabuelos han sido 8, y que vuestros tatarabuelos 16? Sin contaros a su merced, ya sumáis 30 comensales en solo los primeros 100 años, al parecer el cordero les será insuficiente. -

-           ¿Quiere decir que en 1.000 años serán 300 invitados? – Calculó el niño con los ojos ampliados por la sorpresa.

-           La dimensión hijo, la dimensión os confunde… - insistió el Genio. – ¿Sabéis de la posesión de 32 tatarabuelos de vuestros padres, y de los 64 tatarabuelos de parte de vuestros abuelos, también 128 tatarabuelos de vuestros tatarabuelos? En menos de 200 años ya aspiráis a 254 invitados. -

-           ¿Pero, por qué el número se agranda tanto? – exhaló confundido por las matemáticas el chico.

-           Porque es una progresión geométrica en que cada número resulta el doble del previo. – El niño obviamente no entendió semejante enunciado aritmético, y el ‘fantástico’ sin perder tiempo fue por el ejemplo. – Concéntrate niño, para crear una generación de parientes se requiere del doble de padres, es la regla. Así en 700 años, habréis traído a la vida la misma cantidad de parientes que los habitantes de todo el planeta hoy día. -

-           Caray, eso es ‘muchisimisimo’…  -

-           Sí, …mucho como para que vuestros padres puedan brindarles una cena. ¿No creéis? -

-           Mi madre me retaría, y mejor ni os cuento lo que me haría mi padre. ¿Puedo devolveros el pedido? -

-           Claro. Recordad que no consigo hacer aquello que su merced no pretenda. Pero os costará dos deseos. -

-           ¿Dos deseos? – se quejó como si aquello resultara muy caro. – ¡No podré pedir ninguno! ¡Me he quedado sin nada! -

-           Os habéis quedado con lo que llegasteis, una vida por delante no es poco. Nunca pidáis más de lo que pueda cargar vuestra alforja, es como el agua en el desierto. -

-           ¿Cómo el agua en el desierto? -

-           Sí, como el agua en el desierto que refirió el viejecito aludido, demasiados sacos os estorbarían la marcha, y si no lleváis lo suficiente os mataría la sed. Sabio quien lleva solo lo que demande el camino. -


Moraleja, ‘quien sabe vivir con lo que tiene, tiene lo suficiente para vivir feliz.’ –

 

 

Coméntanos tu ocurrencia al email elocurrentecolectivo@gmail.com

 

Para leer todos los textos de Juan José Plano, click aquí.


Fuentes consultadas:

https://www.lavanguardia.com/hemeroteca/20191123/471808902719/lucy-antropologia-australopithecus-afarensis-etiopia.html
https://elpais.com/elpais/2018/03/01/ciencia/1519900133_860782.html