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Hace mucho tiempo,
un niño caminaba por los callejones de una ciudad de la que nombre no he
conocido. De pronto, se topó con un enorme hombre de calva plena, moreno y
mirada oriental. Sorprendido, lo ojeó de arriba hacia bajo y al llegar su vista
al piso, vio que se sostenía desde una lámpara.
- ¡Caray…!
¿Realmente sois un Genio?
- Bueno…
es como me conocéis, aunque no es como me conozco. – Contestó el inmenso prodigio.
- ¿Por
qué no estáis en vuestra lámpara de óleo?
- Porque
hace tan solo un momento un viejecito la ha frotado solo para liberarme, pero
no quiso que le cumpliera ninguno de los tres deseos.
- ¿Qué
tonto puede perder esa oportunidad?
- Él
dijo que vivía con lo que tenía, y que no se recargaba de agua estando en el
desierto. -
- ¿Podéis
cumplírmelos a mí? – Dijo
en niño recién llegado.
- No
veo por qué no, al cabo no dejo de ser un Genio liberado. – Admitió el ser de tan extraña figura.
- ¿Y
qué podéis hacer?
- Yo
puedo hacer casi todo…
- ¿Casi
todo? ¿Entonces cuáles son las cosas que no podéis hacer?
- No
puedo dejar de hacer lo que me pidáis, y no puedo hacer aquello que tú no deseéis
…aunque tendría su coste.
- A
mí me parece que es lo mismo con diferentes palabras. – El Genio se levantó de hombros, como quien
desliga una carga.
- ¡Quiero que regreséis a la vida a todos mis
antepasados! – Ordenó
el niño.
- Bien
que puedo hacerlo. Pero, deberéis indicarme cuantos años incluiría semejante
convocatoria. -
- Mi
maestro me ha enseñado hasta el número 1.000. - Respondió el muchachito. – Quiero
que retornéis a mis antepasados de 1.000 años hasta hoy en día, solo para
agasajarles en banquete por permitirme la vida. -
- ¿Cómo
pensáis darles de comer?
- Le
diré a mi madre que prepare una gran cena y a mi padre que faene el mejor
cordero, después de todo son sus parientes y se pondrán felices de volver a
verles. -
- Algunas
veces la dimensión del sueño no descansa en una noche de reposo. Me habéis comentado
que tenéis ambos padres que os abrigan. -
- Sí,
claro, son Esteban y Dominga. -
- ¿Y
gozaréis de 4 abuelos? -
- Sí,
sí como todo el mundo. – Dijo
entusiasmado creyendo cumplir con los requisitos. – Se llaman Mercedes y Juan, y Lucía y Elías.
- ¿Y
qué hay de los bisabuelos? – Preguntó
el fenómeno.
- Ahh,
esos no los he conocido no se sus nombres ni que ha sido. -
- ¿Sabéis
que vuestros bisabuelos han sido 8, y que vuestros tatarabuelos 16? Sin contaros
a su merced, ya sumáis 30 comensales en solo los primeros 100 años, al parecer el
cordero les será insuficiente. -
- ¿Quiere
decir que en 1.000 años serán 300 invitados? – Calculó el niño con los ojos ampliados
por la sorpresa.
- La
dimensión hijo, la dimensión os confunde… - insistió el Genio. – ¿Sabéis
de la posesión de 32 tatarabuelos de vuestros padres, y de los 64 tatarabuelos
de parte de vuestros abuelos, también 128 tatarabuelos de vuestros tatarabuelos?
En menos de 200 años ya aspiráis a 254 invitados. -
- ¿Pero,
por qué el número se agranda tanto? – exhaló
confundido por las matemáticas el chico.
- Porque
es una progresión geométrica en que cada número resulta el doble del previo. – El niño obviamente no entendió semejante
enunciado aritmético, y el ‘fantástico’ sin perder tiempo fue por el ejemplo. – Concéntrate niño, para crear una
generación de parientes se requiere del doble de padres, es la regla. Así en
700 años, habréis traído a la vida la misma cantidad de parientes que los
habitantes de todo el planeta hoy día. -
- Caray,
eso es ‘muchisimisimo’… -
- Sí,
…mucho como para que vuestros padres puedan brindarles una cena. ¿No creéis? -
- Mi
madre me retaría, y mejor ni os cuento lo que me haría mi padre. ¿Puedo devolveros
el pedido? -
- Claro.
Recordad que no consigo hacer aquello que su merced no pretenda. Pero os
costará dos deseos. -
- ¿Dos
deseos? – se quejó como
si aquello resultara muy caro. – ¡No
podré pedir ninguno! ¡Me he quedado sin nada! -
- Os
habéis quedado con lo que llegasteis, una vida por delante no es poco. Nunca pidáis
más de lo que pueda cargar vuestra alforja, es como el agua en el desierto. -
- ¿Cómo
el agua en el desierto? -
- Sí,
como el agua en el desierto que refirió el viejecito aludido, demasiados sacos
os estorbarían la marcha, y si no lleváis lo suficiente os mataría la sed.
Sabio quien lleva solo lo que demande el camino. -
Moraleja, ‘quien sabe vivir con lo que tiene, tiene lo suficiente para vivir
feliz.’ –
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Fuentes consultadas:
https://www.lavanguardia.com/hemeroteca/20191123/471808902719/lucy-antropologia-australopithecus-afarensis-etiopia.html
https://elpais.com/elpais/2018/03/01/ciencia/1519900133_860782.html