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Celeste Medina (27) es co-fundadora de Ada IT, una empresa enfocada a la generación de oportunidades laborales para mujeres en el campo de la informática. Con este concepto, en 2013 ganó un concurso de innovación social organizado por el Gobierno de la Ciudad, junto a Ezequiel González, su novio y socio. La distinción fue el empujón que necesitaban para poner en marcha el proyecto. “Cuando me postulé, yo venía leyendo sobre sistemas; me interesa particularmente la relación de la mujer y la tecnología, algo que en ese momento no tenía lugar en la agenda de nuestro país y que ya se empezaba a plantear en otros lugares del mundo donde surgían algunas ONG para capacitar a las mujeres en ese rubro. Entonces pensé en la posibilidad de hacer algo así acá”, cuenta con una afabilidad natural, uno de sus rasgos característicos.
En nuestro país hay tan solo una mujer cada diez personas que trabajan en tecnología, según una investigación de la Fundación Sadosky del Ministerio de Ciencia y Tecnología Productiva de la Nación. Por otra parte, es sabido que las mujeres suelen tener trabajos discontinuos o de bajo salario. “Muchas empresas no quieren tomar mujeres porque consideran que distraen al hombre. Por eso nosotros preferimos desarrollar un cambio productivo desde adentro del negocio en lugar de armar una ONG”, amplía Celeste. “A su vez, la tecnología informática es un área que genera empleo de buena calidad; permite, por ejemplo, flexibilidad para la maternidad ya que se puede trabajar desde el hogar. El objetivo de Ada es generar mayores oportunidades laborales para las mujeres.” Una pasión
Celeste es la sexta de seis hermanos. Nació en Jáchal, un pueblo de frontera de San Juan, y se vino con su familia a Buenos Aires cuando cumplió un año, ya que su hermana mayor estaba por empezar el secundario y su padre quería que todos estudiaran en la capital. “Somos solo dos mujeres y cuatro varones y siempre nos llevamos bien. Al ser tantos, mis hermanos más grandes ayudaron a mis papás a criarnos, porque ellos trabajaban mucho”.
El interés de Celeste por el mundo informático viene de la infancia, cuando observaba trabajar a su madre, analista de sistemas de la Universidad Tecnológica Nacional y docente de Informática. “Mi papá también se desempeñó en el área de soporte informático. Mamá siempre intentó estar un paso más adelante que todos en tecnología. Antes de que existiera Internet ella utilizaba un sistema operativo previo que consistía en una caja negra donde se escribían comandos y se abría una suerte de página web con información. Todo eso a mí me apasionó. Además, dos de mis hermanos también son ingenieros en sistemas. Entre los 10 y los 15 años, yo hacía páginas web acerca de la Navidad y los animés, los dibujos animados japoneses, que eran los temas que me interesaban. Al terminar el colegio, decidí que estudiaría Ingeniería en Sistemas y entré en la UTN, donde estoy actualmente.” Trabajar y estudiar fueron de la mano. Primero, Celeste atendió un local de ropa; más tarde -ya cursaba Ingeniería en Sistemas en la UTN- pudo dedicarse a su gran pasión: “Empecé a trabajar en un laboratorio como analista funcional, es decir, atendiendo al cliente y diseñando softwares según los requerimientos informáticos que después armaban los programadores. Fue una muy buena experiencia. Aprendí mucho: allí cuidaban bien a los empleados”, reconoce.
En 2014, después de ganar el concurso de innovación social, renunció a ese trabajo y emprendió el proyecto de Ada IT para capacitar a mujeres en situación vulnerable, en La Matanza. “Pero la capacitación que hicimos fue insuficiente”, admite. “Cuando quisimos contratarlas para nuestra empresa, la mayoría prefirió quedarse en sus casas cuidando a sus hijos. Ahí entendimos que estaban condicionadas por el rol del esquema familiar, por el rol social del que les costaba salirse. Notamos que prevalece muchas veces una cultura machista para la que no está bien visto que las mujeres tengan un salario mayor al de los hombres. Entonces nos planteamos intensificar, mejorar las capacitaciones, de forma tal que resulten más motivadoras y favorezcan el objetivo de incorporar más mujeres en la industria.” Y señala: “La realidad es que las empresas prefieren a estudiantes de carreras afines. Por lo tanto, a quienes no tuvieron esa oportunidad, aunque hayan recibido capacitaciones, les resulta muy difícil insertarse. Por eso nos enfocamos en emplear a esa porción de la sociedad, para realizar los softwares que los distintos clientes nos solicitan. Principalmente realizamos startups , que son plataformas web para empresas que recién comienzan. En este momento no estamos haciendo capacitaciones, pero planeamos retomarlas y estamos hablando con el área de innovación social del Gobierno de la Ciudad. Nos gustaría centrarnos en mujeres entre 18 y 30 años.” De Ada a Celeste
Ada debe su nombre a la matemática y escritora británica Ada Lovelace, reconocida principalmente por su trabajo sobre la máquina calculadora, en donde esbozó el primer algoritmo destinado a ser procesado por este mecanismo. Por este motivo se la considera la primera programadora del mundo. Celeste Medina encaró el proyecto de emplear a mujeres en el área de sistemas junto a su socio-pareja. Sonríe y explica: “Nos conocimos hace ocho años estudiando en la universidad. El es arquitecto de software y trabaja en la empresa programando. Me encanta trabajar con él. A diferencia de lo que algunos creen sobre los conflictos que puede generar trabajar con la pareja, nosotros tenemos los roles muy bien definidos. Yo me encargo más de la parte comercial, el recluting , y él se dedica a programar. Su imagen es muy positiva, porque es un hombre que apoya la lucha por la igualdad de género de manera activa. Las mujeres han sido protagonistas de muchos hitos innovadores de la informática pero cada vez hay menos mujeres en tecnología. Hasta fines de los setenta, comienzos de los ochenta, las mujeres eran mayoría. La labor en informática era vista como algo operativo, y todavía no se la consideraba una tarea importante, pero cuando la industria de los videojuegos cobró fuerza empezó a ocupar lugares de poder y con el reacomodamiento, las mujeres se alejaron. Porque socialmente se considera que los videojuegos son para los varones, todo arranca en las representaciones sociales de la infancia”, reflexiona.
En 2014 Celeste obtuvo dos nuevos reconocimientos. Ganó la competencia NAVES, sobre planes de negocios, del IAE Business School, y también el premio “Gente de Cambio”, otorgado por el Anita Borg Institute of Technology de Estados Unidos. Este último estaba destinado a mujeres que hubieran generado un impacto social en su país. A Celeste se le otorgó por su iniciativa con Ada IT y por ser asesora del proyecto “Programa tu futuro” del Gobierno de la Ciudad, a través del cual se enseña a las mujeres a programar de manera gratuita.
“Por lo general, cuando los emprendedores ganan un premio cuentan todo lo que salió bien, pero cuando a mi me tocó hablar conté muy sinceramente todos los esfuerzos que hubo que hacer. Por eso yo conté parte de mi historia personal. Hace ocho años mi papá murió de un ataque cerebro-vascular, y estuve muy mal durante mucho tiempo. Finalmente pude salir adelante por la ayuda que recibí de todo mi entorno. Por eso que quise devolver de alguna manera ese solidaridad y lo intenté con una gestión social. Y lo cierto es que todos pueden aprender a utilizar las herramientas informáticas. Por ejemplo, hay una señora de ochenta años que se capacitó ¡y desarrolló la página web de su parroquia!”, se entusiasma Celeste.
A comienzos del 2015, Celeste participó de un concurso de innovación social llamado “Vos lo hacés”, que para su difusión organizaba charlas. En ese contexto fue invitada a hablar a la Universidad de la Plata para contar su experiencia como emprendedora. “Siempre enfocada en la comunicación responsable, yo dije lo que pensaba: por lo general, muchos emprendedores exitosos vienen de una situación socio-económica más bien cómoda, con amplias posibilidades. Entonces cuando una persona con bajos recursos toma nota de eso automáticamente piensa que no va a poder emprender nada. A mí me costaba mucho mantenerme de manera estable únicamente a través de Ada, pero esa es una etapa que hay que atravesar en todos los comienzos de la mayoría de los emprendimientos. Y mis palabras fueron bien recibidas; creo que por ese motivo me llamaron para participar de la beca”, dice Celeste, refiriéndose a la “Iniciativa de Jóvenes Líderes de las Américas” que auspició la Oficina de Asuntos Educativos y Culturales del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
“Esta es una beca que identifica a emprendedores de alto potencial y los pone en contacto con posibles inversores para financiar sus proyectos. A nivel personal, el programa me sirvió para tomar confianza, porque alrededor mío me consideraban como una líder pero yo no me veía así. Y no imaginaba que por este evento pasaría lo que pasó...”.
Celeste fue elegida para presentar al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en el encuentro que mantuvo con un grupo de emprendedores en la Usina del Arte, en La Boca, en marzo pasado. “Lo primero que le dije fue ‘gracias por elegir a una mujer’. El me felicitó por mis logros y me firmó una hoja en la que escribió ‘Gracias, Celeste’. A su salida, antes de subir al escenario, le pregunté si para el saludo le daba la mano o un beso, como solemos saludar en Latinoamerica, y él, con mucho carisma, dijo que le diera un abrazo.” El futuro
Aunque parezca mentira, para Celeste, apasionada con todo lo relacionado con la tecnología, las redes sociales son un mundo aparte con el que no mantiene una relación demasiado estrecha. “No, no utilizo mucho Facebook porque me resulta muy distractor, pero sí uso Slack, una herramienta de comunicación que conecta programadores y no programadores, o Instagram, donde puedo seguir las novedades de moda que me gustan mucho.” Acerca del futuro, comparte: “Espero no solo que haya más mujeres programando, sino también más hombres, porque cada vez se necesita más gente y la informática ya es algo esencial para todas las carreras y todas las industrias. Personalmente, me gustaría mucho poder llevar a Ada a San Francisco, a Silicon Valley, donde está el centro del desarrollo tecnológico. Pero mi sueño es volver a capacitar. Y seguir creciendo. Las mujeres tenemos mucho que aportar.”