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La ecuación es muy simple: es necesario lavar regularmente las brochas de maquillaje porque acumulan los aceites de los productos, el sebo y las impurezas de la piel y otros restos de suciedad. Hacer una correcta limpieza alarga la vida útil de los pinceles y evita problemas en el cutis, como granitos, puntos negros o irritaciones.
Dependiendo el tipo de brocha y para qué se usa, la frecuencia del lavado varía. En el caso de las brochas para productos líquidos, como las bases de maquillaje, lo recomendable es hacerlo cada semana, porque son las que más producto acumulan y las que más suciedad arrastran. Las brochas para aplicar polvos se higienizan cada 15 días y las que se usan para las sombras una vez al mes.
LOS PASOS
Desinfectar las brochas con alcohol. Introducir las puntas de las brochas en un recipiente con agua y alcohol dejar reposar un rato. No mojar la parte en que la virola se une con el mango, porque es la que lleva el pegamento que sujeta ambas partes.
Para la limpieza habitual usar cualquier tipo de jabón suave, desde champú hasta jabón para lavavajillas neutro. También se puede usar jabones específicos para brochas.
Lo ideal es utilizar un guante rugoso de silicona o cualquier superficie similar. Aplicar una gota de jabón en la superficie, mojar el pelo de la brocha con agua y frotar suavemente dibujando círculos con la punta. Luego enjuagar la punta para eliminar los restos de jabón y retirar la humedad ejerciendo un poco de presión con una toalla.
Otra opción es llenar un recipiente con agua tibia, añadir el jabón y limpiar dentro las brochas, siempre con movimientos circulares. Enjuagar siempre con agua limpia.
Para secar las brochas es importante no colocarlas boca arriba, ya que el pelo podría perder su forma. Lo mejor es que disponerlas en horizontal, en lo posible en un borde para que el pelo quede al aire, en un lugar ventilado y con suficiente espacio como para que estén bien separadas.