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Su partida se produjo apenas un día después de haber saludado por última vez desde el balcón de la basílica de San Pedro, durante la celebración de la Pascua, donde su sonrisa y su bendición conmovieron a todos los presentes.
“Queridísimos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro Santo Padre Francisco”, expresó con visible emoción el cardenal Kevin Farrell al leer el comunicado. “Esta mañana, a las 7:35 (05:35 GMT), el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida fue un testimonio de entrega, humildad y amor al servicio del Señor y de Su Iglesia”.
El Santo Padre había sido dado de alta recientemente tras una larga y difícil hospitalización a causa de una neumonía severa que lo mantuvo internado durante 38 días. Aunque logró una recuperación parcial el pasado 23 de marzo, su salud seguía siendo frágil. Según fuentes vaticanas, en el último año atravesó dos momentos críticos, pero nunca dejó de cumplir con su misión pastoral con profunda fe y esperanza.
Hoy el mundo despide no solo a un líder espiritual, sino a un hombre que tocó corazones, que habló con el lenguaje de la compasión y caminó junto a los más humildes hasta su último aliento