La escarapela es uno de nuestros símbolos patrios. Fue instituido por un decreto del Primer Triunvirato el 18 de mayo de 1812. Por ello, en su día, te contamos algunas particularidades de este distintivo y el por qué de su importancia.
La particularidad con la escarapela es que se desconoce el origen de los colores celeste y blanco, así como también la razón por la cual fueron elegidos para simbolizar a nuestra Patria. Existen varias versiones al respecto.
Una versión propone que estos colores también fueron los mismos que los de los borbónicos, de la casa del rey Fernando VII de España. Otra habla de que fueron adoptados el celeste y blanco durante las invasiones inglesas (1806-07) por los Patricios, las milicias urbanas del Río de la Plata.
La más aceptada o, si se quiere, la más conocida por todos refiere a las famosas cintas realizadas por Antonio Beruti y Domingo French, quienes las entregaron los días previos a la Revolución de Mayo del 25 de dicho mes. Sin embargo, lo que no se sabe a ciencia cierta es el color de las cintas. La versión más sostenida señala que eran de color blancas y con la figura de Fernando VII en ellas. ¿Y el celeste?
De cualquier forma en que haya nacido la escarapela celeste y blanco fue importante en años posteriores a la Revolución de Mayo. El propio Manuel Belgrano pidió al Triunvirato establecer su uso para identificar a sus cuerpos militares y no confundirlos con otros colores, como el rojo, que simbolizaba a los realistas.
Con la aprobación de la escarapela, al poco tiempo, Belgrano creó la bandera nacional con los mismos colores y lo informó al Gobierno: "Siendo preciso enarbolar la bandera, y no teniéndola, la mandé hacer celeste y blanca, conforme a los colores de la escarapela nacional..."
Por esto, este distintivo nacional representó y acompañó largos años de lucha hasta la definitiva Independencia. La importancia de la escarapela debe ser reconocida por todos, ya que forma parte de nuestra identidad como Patria.