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El camino de Franco Colapinto hacia la Fórmula 1 parecía cada vez más firme, pero un conflicto interno en Alpine amenaza con cambiar todos los planes. La escudería atraviesa un momento de fuerte tensión interna, con una disputa de poder entre Flavio Briatore y Oliver Oakes que pone en jaque el futuro del piloto argentino.
Todo comenzó cuando Briatore, flamante asesor ejecutivo del equipo, apostó fuerte por Colapinto durante el receso invernal europeo. A pesar de contar con Jack Doohan como piloto de desarrollo, el italiano no dudó en promover a Franco dentro de los planes de la escudería, confiando en su talento y velocidad comprobada.
Sin embargo, del otro lado está Oakes, director deportivo, que defiende la continuidad del australiano. Considera que Doohan necesita tiempo para adaptarse sin la presión constante de una posible sustitución. Incluso después de un arranque de temporada irregular, Oakes lo respaldó públicamente.
El conflicto se intensificó cuando el directivo consultó a Paul Aron sobre Colapinto, sabiendo que lo conoce bien desde su paso por Hitech en Fórmula 2. Aunque esto pareció un gesto menor, en realidad reveló las grietas profundas dentro del equipo y una puja por imponer a cada uno su piloto favorito.
Más allá de las internas, los números favorecen a Colapinto. En recientes ensayos privados realizados en Monza, el argentino fue consistentemente más rápido que Aron. Durante el simulacro de clasificación, logró un promedio de medio segundo por vuelta más veloz, y en las tandas largas —simulando condiciones de carrera—, la diferencia llegó a siete décimas por vuelta.
Aunque los resultados deportivos respaldan a Colapinto, la política interna de Alpine podría postergar su ascenso. Si bien Briatore tiene peso en las decisiones clave, Oakes mantiene una estructura sólida y no está dispuesto a ceder fácilmente.
Con el ambiente enrarecido en Alpine, el panorama es incierto. La disputa por el futuro de Colapinto refleja que, en la Fórmula 1, el talento no siempre es suficiente: también se juega una carrera silenciosa fuera de la pista, donde las decisiones políticas y los egos pesan tanto como los tiempos de vuelta.